Marruecos convierte al Magreb en un polvorín a punto de estallar por Mah Iahdih Nan
Todo parece indicar que el empeño del Majzen por ocultar lo que sucede en la zona, facilitado por la situación provocada por la pandemia y por el silencio cómplice de la ONU y de algunas potencias, está detrás de la falta de interés e implicación de la comunidad internacional en la toma de conciencia de la magnitud y la gravedad de la situación imperante en el Sahara Occidental.
Aunque la Unión Africana y muchos países ya han advertido sobre el alcance y el efecto de la actual situación y han emplazado a las Naciones Unidas a implicarse en una mediación real no sujeta a intereses políticos ni a los juegos geoestratégicos de las grandes potencias. El Llamamiento del UA, realizado a través de resoluciones oficiales de la cumbre de los Jefes de Estados y de su Consejo de Seguridad y paz es concreto, diáfano y a la vez directo. La UA ha demandado; negociaciones directas entre las partes, un nuevo alto el fuego, designación del Representante Especial de las Naciones Unidas para el Sahara, apertura de la oficina de la UA en las Zonas Ocupadas, pronunciamiento de los servicios jurídicos de la ONU sobre las ilegales aperturas de consulados en el territorio No Autónomo del Sahara Occidental, la realización de una misión urgente a las zonas ocupadas y los Campamentos de Refugiados y finalmente ha pedido la implicación urgente de la Troika Africana, del Consejo de Seguridad y Paz de África, del Representante especial de la UA para el Sahara el Sr. Joaquim Chissano y de las mismas Naciones Unidas para encontrar una rápida solución al conflicto.
Desde que Marruecos el día 13 de Noviembre se saltó impunemente el alto el fuego, bajo la atenta mirada de la MINURSO, como testigo privilegiado de los acontecimientos, sin mover un solo dedo y menos denunciar o condenar la agresión, que era lo mínimo que podían realizar. Cinco meses después de aquel atentado a la frágil paz que reinaba, la MINURSO no se ha pronunciado y sigue actuando como un mero espectador del complicado escenario imperante, que ya empieza a ser más que preocupante. Desde el día que Marruecos se saltó el alto el fuego, el riego, la inestabilidad y la inseguridad se han instalado en la zona, agravados por la participación de fuerzas extranjeras en el conflicto. Está constatado por testigos presenciales, la participación sobre el terreno, con la presencia a lo largo del muro construido por Marruecos de asesores, instructores y oficiales militares de Emiratos árabes, de Israel y de Francia.
La participación de estos países al lado de Marruecos en esta guerra ha enrarecido el ambiente en toda la zona del Magreb y ha provocado un nerviosismo y una agitación generalizados que han creado una situación crítica y voluble, que puede provocar la participación en la guerra de los países vecinos, temerosos por su estabilidad y seguridad. La implicación de estas potencias extranjeras con antecedentes bélicos en otras zonas, con resultados desastrosos, fatídicos e infaustos, ha sembrado el pánico el desconcierto, y el temor en los pueblos y países de todo el entorno geográfico, lo que sumado a las siempre tirantes, tensas y malas relaciones de Marruecos con todos sus vecinos, ha motivado la preocupación y la alarma por la repetición en la zona de experiencias trágicas y desgraciadas como las ocurridas en; Siria, Yemen, Libia o el Sahel.
Tanto Marruecos como sus aliados (Francia, Israel y las monarquías del Golfo), que con toda probabilidad son los que lo han inducido a violar el alto el fuego, se equivocan en sus cálculos, si creen que liquidaran las reivindicaciones y la lucha del pueblo Saharaui por la vía de la guerra, eso jamás sucederá. Tienen muchos ejemplos a los que pueden acudir para certificarlo, de pueblos mucho menos organizados y menos preparados que el pueblo Saharaui, que han resistido todo tipo de guerras incluida la nueva guerra tecnológica y han acabado imponiéndose a potencias supersónicas que se creían invencibles. Lo único que conseguirán es dilatar la solución del conflicto y agravar la delicada situación socioeconómica de los pueblos de la región y en especial la del maltratado pueblo Marroquí.
Marruecos, Francia, Israel y las monarquías del Golfo, creen que la situación está bajo control y que no derivará en un conflicto abierto que acabe salpicando a todas las zonas de la región, pero una vez más se equivocan y más ahora que han internacionalizado el conflicto con la injerencia de estados extranjeros, para agredir al pueblo Saharaui. Pero han de saber, que su agresión no quedará impune y que los Saharauis están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias por defender a su tierra y a su gente.
Hacen bien las Naciones Unidas y las potencias Occidentales, en dejar de guiarse por las apreciaciones, criterios y recomendaciones de un régimen trasnochado y anacrónico como lo es el Majzen Marroquí, que intenta tapar el sol con un tamiz, haciendo un apagón sobre la realidad predominante en el Sahara Occidental y el sur de Marruecos. Para evitar una catástrofe en el norte de África; la ONU y la comunidad internacional, deben someter la situación a un examen serio, transparente y hacer una valoración objetiva y equilibrada, para calibrar y medir los riesgos y la gravedad que deparará un escenario de guerra total en el norte de África. Seguramente, muchos Gobiernos, Organismos y especialistas lo verán en estos momentos como una posibilidad lejana y exagerada, como veían hace seis meses la imposibilidad de la vuelta a las armas. Pero lo cierto es que si no se interviene de forma urgente con rigor, mesura y prevención, no es descabellado, encontrarnos en poco tiempo ante un panorama devastador que convertirá la zona en un nuevo foco de conflicto de dimensiones internacionales.
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