Cuando el súbdito Bourita calumnia a la gran Argelia por Mah Iahdih Nan
Infinidad de políticos, politólogos, analistas, columnistas y periodistas cuando analizan la situación de los países del Magreb y en especial las delicadas relaciones entre Argelia y Marruecos, casi siempre acuden al recurso fácil y simplón de poner al conflicto Saharaui, como el gran causante de esas malas relaciones entre los dos principales países de la zona del Magreb. Pero nunca se molestan en profundizar en el tema y averiguar las verdaderas causas que motivan esas conflictivas relaciones.
No cabe duda, que el conflicto del Sahara es uno de los motivos de fricción entre ambos países, Sin embargo, el causante de las largas y crónicas desavenencias entre Argelia y Marruecos, lo constituye el patológico y delirante expansionismo que padece el Majzen Marroquí. Cuando Argelia obtuvo su costosísima independencia, en la que entregaron sus vidas un millón y medio de personas, por la obstinación, gula y codicia del imperialismo Frances. Una vez obtenida la independencia, apareció el siempre carroñero Majzen Marroquí, con sus delirios de grandeza, reclamando para si, parte del territorio argelino, utilizando el mismo modus operandi que usaría años después cuando España abandonó el Sahara Occidental, alegando derecho históricos que sólo figuran en el imaginario alucinado, trasnochado y fantasioso del Majzen Marroquí. No existe ningún acuerdo, convenio, tratado, alianza, pacto, concierto, arreglo, compromiso, conciliación, ley o documento nacional o internacional de ninguna época ni moderna ni medieval ni antigua que confirma las reclamaciones del gran Marruecos que incluyen al Sahara, Argelia, Mauritania, Senegal y Mali, tan sólo, son invenciones del ideario del majzen, que sirven ocasionalmente para tapar y alejar los problemas internos. Por el contrario, si, que existen infinidad de tratados que certifican que las fronteras de Marruecos acaban en las coordenadas del valle de Uad Nun.
Este insolente dislate, empujó a Marruecos a intentar invadir la parte sur-oeste de Argelia, lo que provocó la guerra de las arenas, que duró varios meses y que terminó gracias a la medicación de la Organización de la Unidad Africana. El acuerdo se basó fundamentalmente en la exigencia del cumplimiento de uno de los principales artículos de la carta constitutiva de la OUA, que consistía en el respeto escrupuloso a las fronteras heredadas de la época colonial.
Este es el punto de partida de la enemistad entre los dos países, otra cosa es la literatura tergiversada que ha intentado imponer Marruecos con la ayuda de su protectora Francia. Desde entonces Argelia ha sufrido estoicamente los constantes, sistemáticos y agresivos ataques del Majzen Marroquí, jaleado desde París. Las agresiones a Argelia han sido de todo tipo: empezaron con la invasión de la guerra de las arenas, siguieron por más de 50 años con las difamaciones y acusaciones de la prensa Majzeniana, También incluyeron los bombardeos con el trafico de drogas, acusaciones infundadas con respecto al conflicto Saharaui, campañas ante organismos internacionales para manchar el prestigio y la seriedad del estado argelino, la más que constatada vinculación del los servicios secretos marroquíes con la ola terrorista que azoto Argelia los años noventa y principios de los dos mil. En todo este tiempo, Argelia ha mantenido un cuidadoso y esmerado respeto a su vecino a pesar de sus embestidas, nunca ha respondido a esas injurias, ofensas y agresiones
La rueda de prensa del súbdito ministro de exteriores del Majzen, Bourita, el pasado día 7 de Febrero, en la que se dedico a agraviar, arremeter e insultar a Argelia y al honor del pueblo argelino, es sólo una parada más de la campaña orquestada por el Majzen durante los últimos casi sesenta años. La atrevida ignorancia de este individuo a la hora de agredir a Argelia, demuestra su falta de valores, de respeto, de diplomacia, de magnanimidad, de señorío, de buena vecindad y hasta de dignidad. Argelia es un estado noble, construido sobre la base de los principios de igualdad, honradez, honestidad y fidelidad a su pueblo y a todos los pueblos que luchan por sus derechos y así lo ha demostrado a lo largo de su historia. ¿Podría el Majzen decir lo mismo?, -tajantemente NO.
La condición de súbdito de Bourita (subdito; no es una acusación, insulto o invención, tanto Bourita como todo el pueblo marroquí están obligados a rendir pleitesía al Rey), le incapacita para entender e interiorizar; la idiosincrasia, el carácter y el orgullo del pueblo argelino, que su esencia reside en la rebeldía, el pundonor, la dignidad y la insumisión a cualquier tipo de poder excesivo o exagerado. Todas estas cualidades exclusivas y propias de los argelinos son desconocidas en Marruecos. De aquí viene el desconocimiento total de Bourita y de toda la clase política Marroquí del modo de ser y el temperamento de los argelinos.
La animadversión que siente el Majzen hacia Argelia y todos sus vecinos es crónica y no tiene remedio, mientras siga secuestrada la voluntad del pueblo Marroquí. Es por ello, que tanto Argelia como los demás vecinos de Marruecos, deberán buscar las fórmulas para defenderse de las perpetuas provocaciones, chantajes y arremetidas que sufren por parte del Majzen. Tampoco deben entrar al cuerpo a cuerpo con el Majzen, precisamente ese es uno de sus propósitos, pero si pueden optar por denunciar públicamente y en los organismos internacionales todas las maniobras, coacciones y acometidas que practica contra ellos.
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