Las envenenadas Relaciones de Marruecos con Argelia
Mah Iahdih
Quien no ha oído en los últimos
20 años a voceros del Majzen como Felipe Gonzalez, Zapatero, Moratinos o
Nicolas Sarkosy, todos beneficiarios de prebendas feudales, demandar la
apertura de las fronteras entre Marruecos y Argelia, pero eso si, siempre lo hacen
desde la perspectiva Marroquí, sin siquiera citar que y quien motivó el cierre
de dicha frontera y menos entrar a valorar los perjuicios y beneficios que
reportan a cada una de las partes.
Marruecos y Argelia desde la
independencia de ambos, han mantenido relaciones conflictivas, cuyo causante no
es otro que las ansias expansionistas del Reino de Marruecos, que desde su
independencia siempre ha reivindicaba la parte suroeste de Argelia, además de
sus ya conocidos delirios del gran Marruecos, que incluye El Sahara Occidental,
Mauritania y parte de Senegal. Todo este dislate lo ha animado, alentado y
estimulado la metrópoli de ambos países; el Estado Francés, que por un lado no
encajo bien la perdida de Argelia como colonia, ya que la consideraba la joya de
la corona y por otro lado contaba con la siempre condescendencia de los
sultanes Marroquíes, que han convertido a Marruecos en el patio trasero de
Francia.
Por cierto, detrás de la alucinación expansionista Marroquí,
alimentada por el cáncer que padece Africa y que responde al nombre de FRANCIA, es bueno recordar que todos los
tratados existentes, tanto regionales como internacionales (Marrakech,
Mequinez, Muni, y varios Hispano-Franceses
etc ), firmados entre los siglos XV y
XX. Los Sultanes de Marruecos niegan tener ningún tipo de poder,
influencia o autoridad respecto a todos los
territorios limitados por la coordenada de Rio Num. (frontera natural
del pueblo Saharaui) Así mismo, El reparto que realizaron los colonizadores
Europeos, como resultante de la conferencia de Berlin, respetó en todo momento
las fronteras registradas en todos los tratados anteriores. Entonces, si los
mismos sultanes que en reiteradas ocasiones reconocen que sus dominios acaban
en Uad Num, de donde sale el engaño y las ansias territoriales del Majzen sobre
Argelia y los demás vecinos?. Todos estos tratados dejan sin fundamento ni
razón el espejismo del Gran Marruecos.
No defenderé el cierre de las
fronteras en ningún lado del planeta y menos las fronteras de dos pueblos hermanos
como el Argelino y el Marroquí, pero no creo que se deba reclamar la apertura, de forma interesada, ni forzada, ni a costa de
uno de los pueblos, ni para inundar a uno de los dos países del negocio de
los estupefacientes y menos formular
dicha apertura como el elixir mágico que solucionaría todos los problemas de
ambos países y del Magreb entero.
Si hay un término que puede
calificar las relaciones Argelino-Marroquí; ese no puede ser otro que la
descompensación en el sentido más amplio de la palabra. Si se acude a los datos
oficiales, desde hace aproximadamente 30 años, el intercambio económico ronda
los mil millones anuales hacia un lado y otro, basado fundamentalmente en
productos energéticos, textil, marroquíneria y alimentos.
Sin embargo, esa es solo una
minima parte de la realidad, ya que se sabe
que en el imaginario popular influenciado por la propaganda oficial,
especialmente del lado Marroquí, se vende un panorama muy diferente a la
realidad de las relaciones entre ambos países. Estas relaciones, que por
momentos adquieren tintes tóxicos, atribuidos en la alta política, de forma
inexacta al conflicto Saharaui, que desde
luego es un factor influyente en los últimos 40 años, no se puede negar, sin
embargo, no es el determinante de la toxicidad o no, de las tensas relaciones
que mantienen los dos vecinos Magrebies. Es sencillamente un factor más de la
fricción motivada por esa vecindad y que la fantasía Marroquí lo escogió como la panacea de todos
sus males y el gran causante de sus problemas no solo con Argelia sino con todos
sus vecinos y lo usa a su conveniencia pero fundamentalmente para presionar a
los vecinos a su antojo.
En cuanto a las relaciones
económicas que no se registran en los datos oficiales. Es decir, el inmenso
intercambio ilegal, aunque como es lógico no hay datos oficiales, se sabe a
ciencia cierta que la balanza perjudica de forma abrumadora a la economía argelina. El trasiego de productos de un lado a otro; se fundamenta en la exportación del Hachis Marroquí (se estima
que mas de dos mil toneladas al año atraviesan la frontera Argelina) y hacia la otra frontera cruzan los
carburantes y los alimentos argelinos, de primera necesidad subvencionados por
el Estado argelino.
Los daños colaterales que provoca este intercambio ilegal
en Argelia son incalculables; por un lado los efectos de la droga en la
población juvenil son devastadores, a los que hay que sumarles los compañeros
inseparables del tráfico de drogas; el crimen organizado, la delincuencia y la
lacra del siglo XXI el Terrorismo de
signo religioso. Por otro lado, el
contrabando de carburantes y de alimentos subvencionados que acaban en todas
las ciudades Marroquíes limítrofes con Argelia, provoca un deterioro
descomunal e ingente en la economía argelina y sirve para cubrir y tapar parte
del abandono que practica el régimen feudal al pueblo Marroquí.
En el plano Político y
diplomático, la agresión que práctica el Majzen al pueblo y gobierno Argelino
es sistemática, con ataques frontales que muchas veces traspasan los limites de
la diplomacia, la enemistad, y la vecindad, con el uso de un lenguaje grosero,
soez y basto. Los últimos ejemplos
recientes, de hace apenas pocos días,
son el ataque gratuito, injustificado y
fuera de lugar que realizo el ministro de exteriores del Sultán de Marruecos
en la cumbre de los países no Alineados insultando a Argelia y acusándola de
apoyar el separatismo y el terrorismo, por enviar varios cargamentos de ayuda
humanitaria a los campamentos de refugiados Saharauis, después de los estragos
de la crisis del COVID-19. Hay que estar anclado en otro planeta y en otra
realidad, para acusar a uno de los países que más han sufrido los estragos y
las consecuencias del terrorismo, de apoyarlo. En los mismos términos de desfachatez y descaro
vimos varios días después a su Cónsul en Oran calificar a Argelia de país
enemigo.
Son sólo los dos últimos ejemplos
de declaraciones de responsables Marroquíes en su habitual retórica de ataques y embestidas
gratuitas hacia el estado Argelino y no
son hechos aislados, cada vez que el Rey
hace un discurso o algún responsable Marroquí se pronuncia en algún foro
internacional, la tónica de la arremetida suele ser la misma, caracterizada
siempre por los insultos, injurias, ultrajes y acusaciones falsas y sin
fundamentos, teniendo al conflicto de la
descolonización del Saharaui de fondo. Lo curioso del caso es que Argelia, en
muy escasas ocasiones ha respondido a estos agravios y provocaciones de la que
es victima casi todos los días, por su insolente y faltoso vecino.
A todo esta dinámica difamatoria y agresiva, marcada por una obsesión
enfermiza con todo lo que representa el gentilicio Argelino, hay que sumarle la campaña de desprestigio que
orquesta a diario el Majzen en sus encuentros internacionales y en su prensa,
saturada todos los días con editoriales y artículos atestados de injurias,
invenciones y falacias.
El Reino de Marruecos y su
principal animador y estimulante el estado Francés, deben dejar de utilizar la
hostilidad y el hostigamiento como instrumentos para derrotar al Estado Argelino,
esta táctica no ha prosperado después de 58 años en vigor, en los que se ha
recurrido a todo: la guerra, el terrorismo, la droga, el chantaje, la presión,
el descrédito, el desprestigio, el bloqueo, el contrabando, la
desinformación y el robo de los recursos económicos.
Marruecos debe quitarse el traje de victima
perenne y enfrentar los hechos con realismo y lejos de la supervisión y los
consejos de Francia, igualmente, lejos de sus habituales comportamientos y
actitudes infantiles. Y sentarse con su
vecino y hermano y plantear unas relaciones basadas en la sinceridad, la
justicia y el cumplimiento de las normas la legalidad y la buena vecindad. Sólo
así Argelia y Marruecos podrán aspirar a unas relaciones naturales en las que
prime la hermandad y la prosperidad de
los dos pueblos.
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