Cómo se puede ocultar una guerra durante dos meses en la era de la información? Por Mah Iahdih Nan

Hay cosas que solo son posibles en Marruecos, es prácticamente imposible que se puedan dar en otro lugar, ningún país del mundo puede silenciar una guerra durante dos meses en la era de la información, donde en cada esquina hay un teléfono móvil o un satélite, sin embargo Marruecos lo ha conseguido, y lo ha hecho en el interior y en el exterior. Muchos se preguntarán y como un país anclado en la baja edad media puede lograr ocultar el estruendo de los morteros que en ocasiones se han escuchado a 50 km de distancia, las redes atestadas de ataques del ejército Saharaui y han sido pocos los días en los que el ejército Marroquí no ha enterrado al menos a un soldado. En el escenario interior, el Majzen lo tiene bastante controlado, y se maneja a sus anchas, no es la primera ni la última vez que amordaza un gran acontecimiento, son múltiples los factores que juegan a su favor; en primer lugar hay que recordar que Marruecos ostenta uno de los porcentajes de analfabetismo más altos del planeta, superando el 35%, lo que equivale a que un tercio de la población nunca ha ido a una escuela, a esto hay que sumarle la educación marcada por la sumisión y la obediencia de carácter religioso, a la familia Alauita, bajo el pretexto de su falsa vinculación familiar con el profeta Mohamed. Lo que les ha concedido la condición de santos y un poder absoluto sobre el pueblo Marroquí, ejercido durante siglos. El marroquí medio cree que los Alauitas son sacros y que tiene la obligación de venerarlos, lo que facilita al Majzen la labor de sometimiento y control que ejerce sobre la vida de los marroquíes. Estos dos factores: la ignorancia del pueblo Marroquí y el poder absoluto que ostenta la monarquía han facilitado la creación de la estructura gubernamental llamada MAJZEN, que es un conglomerado compuesto por varias capas de poder superpuestas cuya función esencial es que nadie se salga de la fila. Durante el mandato de Hassan II, que posiblemente sea el sultán más sanguinario de la historia de Marruecos, consiguió neutralizar los componentes esenciales en una democracia moderna y convertirlos en un mecanismo a su servicio; la sociedad civil, la prensa y las estructuras políticas (partidos y sindicatos). Estos tres elementos en Marruecos o no existen o existen bajo un estricto y férreo control. Para cualquier profano, una ojeada sobre Marruecos, la primera conclusión es que es un país normal y en el que existen los tres elementos citados anteriormente, pero ese es justo el gran logro del dictador Hassan II, convertir las apariencias en realidades, transformar a ojos del Marroquí el espejismo en un mar de agua dulce. Cuando en los años ochenta, se estableció en el mundo como condición indispensable el pluripartidismo para que el País sea reconocido como democracia, Hassan II aprovechó algunas estructuras simbólicas ya existentes de algunos partidos políticos, creó otros y los puso en manos de personas de su total confianza; un yerno, un primo segundo y personas del sequito real, así todo lo tenia bajo control y desde entonces hasta hoy, Marruecos funciona con esa aparente normalidad democrática, a ojos del mundo hay partidos y hay elecciones, pero todo es un montaje bien cocinado y condimentado en las cocinas del palacio real. Cuando se celebran las elecciones tanto el porcentaje de participación como el reparto de escaños se realiza en los despachos del Majzen al gusto de la monarquía Alauita, dependiendo de las fidelidades del momento, es decir quienes han demostrado mayor sumisión y pleitesía tendrán su premio, los otros tendrán que esperar próximas ocasiones y seguir haciendo méritos de servilismo y lealtad. En cuanto a la prensa, ocurre algo parecido, hay abundancia de medios, la mayoría son propiedad de testaferros del mismo Majzen, pero todos tienen que cumplir órdenes estrictas del Majzen, la principal, es saber que hay asuntos que son intocables. Cuando algún medio o periodista se ha salido de la línea oficial majzeniana, la ha pagado muy caro, porque acaban sometidos a una persecución interminable con acusaciones de delitos comunes, que no tienen nada que ver con el ejercicio de su profesión, lo que les obliga a un proceso de sometimiento para acabar cediendo y entregándose a la causa del MAJZEN, o acabar engordando la larga lista de los emigrados. En los últimos 20 años ha habido un sinfín de caso, de periodistas que se dejaron llevar por las apariencias de la propaganda majzeniana, que vende al mundo una libertad de prensa artificial y se la creyeron y quisieron hacer alguna publicación independiente y acabaron padeciendo el calvario y el drama de las denuncias, persecuciones, atropellos y severas condenas. Entre estos periodistas se pueden citar: Ali Lmrabet, Omar Radi, Hajar Raissouni, Dris Chartane, Ali Anouzla, Hicham Mansouri, Toufig Bonachrine, Maati Monjib o el Saharaui Mohamed Radi Ellili…etc etc todos estos periodistas son testigos de que en Marruecos nunca ha existido, ni existe una prensa fuera del ideario del Majzen, la consigna es; o públicas loas al Majzen o vivirás el resto de tus días entre terribles sufrimientos. La tercera pata del dominio despótico y tiránico que ejerce el Majzen sobre la vida de todos los bichos vivientes que habitan en Marruecos, es la llamada sociedad civil, algo prácticamente ficticio en Marruecos, El Majzen se encargó de desmontar cualquier atisbo o forma de organizarse de la sociedad civil y sustituirla por las mismas estructuras de implantación del Majzen, es decir una especie de policía política, cuyo primer eslabón son los chivatos “Moqaddems” del vecindario, pasando por los Chiujs y acabando en el Wali (Gobernador) que es quien ejecuta las órdenes del Majzen a través del Ministerio del Interior. Esta estructura majzeniana enraizada y bien implantada es la que evita que la sociedad civil pueda tener el más mínimo protagonismo en cuanto a las demandas, atención, organización o gestión de sus problemas, todo se limita a las decisiones de los representantes del Majzen, es por ello que en Marruecos es casi imposible organizar protestas al margen de las directrices del Majzen y los que lo intentan acaban siempre estrellados contra las alambradas y las emboscadas construidas por las estructuras bien sólidas del Majzen. Como ejemplo de este dominio absoluto, se puede citar el caso de los entre 15.000 y 20.000 soldados marroquíes que perdieron la vida en la guerra del Sahara, y nunca ha existido ningún ente, asociación, organización o individuo, de la sociedad civil que honre la memoria de estos soldados que entregaron su vida para complacer los caprichos y la fantasía expansionista de una monarquía enajenada. Es igualmente llamativo el caso de los más de tres mil soldados marroquíes prisioneros que estuvieron más de 20 años en manos del Frente Polisario y que algunos de ellos, después de liberados estuvieron cuatro años esperando ser aceptados por su propio país, a estos soldados que se dejaron media vida en la cárcel, a su vuelta a su tierra fueron tratados como perros sarnosos y tampoco la llamada sociedad civil movió un sólo dedo por ellos. En todo este panorama existen tres salvedades que aunque escapan al control total del Majzen, están bien arrinconadas, sin prácticamente margen de maniobra, son tres organizaciones que intentan mantener un perfil propio fuera de la órbita del Majzen, pero en realidad son como una utopía, están muy bien infiltradas por agentes del contraespionaje, que desde dentro manipulan sus acciones, y aunque el empeño de algunos activistas de estas organizaciones por enarbolar una lucha honesta y militante, sólo constituyen una ilusión en el turbio y macabro plan trazado por el Majzen. Estas organizaciones son: el partido político La Vía democrática, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos y la Asociación religiosa Justicia y Espiritualidad. En el plano exterior, teóricamente el apagón informativo sobre la guerra en el Sahara, viene dado por la situación actual de la pandemia que impide la movilidad de los medios de prensa internacionales. No obstante, ese no debe ser un motivo suficiente para que la guerra no tuviera repercusión en los medios internacionales, ya que los medios de prensa Saharauis y de los dos países vecinos (Argelia y Mauritania) están difundiendo bastantes informaciones sobre la situación imperante. Se sabe con certeza que el MAJZEN ha prohibido taxativamente a sus medios publicar cualquier información relativa a la actual guerra del Sahara, sólo pueden difundir las informaciones oficiales provenientes de la DGED, es decir, los habituales desmentidos de todas las informaciones que publican otros medios, y ya se sabe cómo se las gasta el Majzen en estos asuntos, por lo que está totalmente descartada la publicación por parte de medio Marroquíes de ninguna noticia sobre este asunto. Está también constatado y corroborado, que el Majzen ha impedido a las familias de los soldados muertos o heridos publicar ninguna referencia sobre el tema en las redes sociales. Ha habido casos que les han falseado las causas de su muerte y han comunicado a su familia que la muerte fue causada por el Covid o por la picadura de una serpiente. Otra de las causas del silencio es el habitual control y la intimidación que hace el Majzen sobre los medios de prensa internacional acreditados, hay una ley no escrita de que si te acreditan como corresponsal debes respetar su propio código deontológico, que consiste en no publicar asuntos incómodos para el Reino de Marruecos, de lo contrario corres el riesgo de no poder renovar la acreditación, o que te roben material de tu casa o que te sometan a vigilancias intensivas, o que te impidan acceder a según que sitio, o incluso te someten a persecuciones judiciales y un sinfín de gestos de disuasión que persiguen como objetivo domesticar al corresponsal y convertirlo sin que se de cuenta en una especie de defensor de la causa del Majzen, lo que lo conducirá a establecer un filtro de que es lo que puede o no puede publicar. Hay otras situaciones que también influyen para concretar el corte informativo, que son los intereses de algunos medios y de algunos Estados. Este tipo de censura, en el que intervienen las autoridades políticas y empresariales, es conocido y muy usado especialmente en las relaciones de Marruecos con España y Francia, donde se mezclan algunos intereses particulares, otros de carácter estatal con el chantaje, la coacción y el victimismo como técnicas características del Majzen para conseguir sus objetivos. En definitiva, la confluencia de diversos factores internos y externos propician que el Majzen salga temporalmente airoso en sus objetivos de enmudecer el estruendo de las armas, pero el tiempo es implacable y nunca perdona a los que ocultan la verdad, porque la veracidad, está ahí fuera y acaba siempre saliendo, es solo cuestión de tiempo.

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