¿Podrá la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo sobre el Sahara Occidental llevar a Marruecos, Francia y España a una reflexión profunda? Por Mah Iahdih Nan


 



 


Se dice que la mayoría de los individuos necesitan entre 10 y 15 días para asimilar un shock o impacto doloroso o imprevisto. Han pasado 15 días del duro golpe que le asestó la Justicia Europea a Marruecos. Al parecer en esta ocasión a diferencia de otras, Marruecos, ha adoptado una postura pusilánime, bien aconsejado por sus tutores europeos y con la lección bien aprendida de los innumerables golpes y fracasos  recibidos en el último año, a causa de sus caprichosos e insolentes comportamientos y de sus actitudes infantiles.

Esta manera novedosa de proceder de un régimen acostumbrado a las pataletas y los enfados como instrumentos y armas de presión y chantaje para conseguir sus objetivos, llevan a la reflexión sobre qué tipo de tempestad vendrá después de la calma. No cabe ninguna duda de que este cambio del modus operandi del Majzen; de pasar del chico malo al chico formal y educado, traerá nuevas y desagradables sorpresas para los aliados y los vecinos. Un régimen construido a base de la amenaza, coacción e intimidación no cambia de la noche a la mañana. Ningún país recluta a diez mil personas y las lanza al mar arriesgando sus vidas y agrediendo a un país amigo y vecino, puede en varios meses, sin ningún cambio de sistema o estructura, transformarse en un país serio, creíble y fiable. 

Todas las frustraciones encajadas en los últimos meses (España, Alemania, Francia, Argelia, Mauritania, Unión Africana, Tribunal de Justicia Europeo, Estados Unidos y por último Rusia) están detrás de este aparente cambio de conducta, que ahora previsiblemente, adoptará momentáneamente la figura de la víctima agredida, hasta conseguir salir de este delicado momento de aislamiento.

Este desconcierto y vaivén de posturas del Majzen, no es para menos, el monumental rapapolvo de  la histórica sentencia del Tribunal General de la Unión Europea, ha dejado descolocado y sin argumentos a la maquinaria propagandística del Majzen. Y ha retratado en pañales al parlamento y la Comisión Europea. Si trasladamos el contenido de la sentencia al lenguaje coloquial, la sentencia les ha venido a decir que lo que están haciendo en el Sahara Occidental, es la perpetración de una moderna versión de la piratería, es decir la práctica del saqueo y el robo.

El varapalo sufrido por el Majzen es de tal calibre, que hundió sus líneas de flotación. La sentencia, a parte de su profundidad y claridad con respecto a la ilegalidad de la explotación de los recursos del territorio del Sahara Occidental, dejó sin validez los dos principales argumentos de la propaganda del Majzen; que el Sahara es Marroquí y que el Frente Polisario no representa al pueblo Saharaui. Ambas cuestiones fueron abordadas de forma diáfana y nítida por la sentencia, calificando al Sahara  Occidental, como territorio no autónomo, distinto y separado de Marruecos y al Frente Polisario como legítimo representante del pueblo Saharaui, reconocido por todas las instancias internacionales y por el propio Marruecos. 

Marruecos y la Comisión Europea, a pesar de su extraño, apresurado y positivo  comunicado conjunto, que ha dejado patente una forzada coordinación previa, para consensuar una respuesta unida. Lo cierto es que se han quedado sin margen de maniobra, al verse desacreditados por el Tribunal Europeo por tercera vez en menos de cinco años. Las opciones para evadir el cumplimiento de la justicia europea se han esfumado; sólo queda obedecer el imperio de la ley o quebrantar la sentencia y atenerse a las graves consecuencias para el conjunto de la Unión Europea.

Aunque la previsión es que Marruecos, España y Francia intentan alargar un año más el saqueo y hurto de los recursos Saharaui, saben con total certeza que el recurso no tiene ninguna posibilidad de prosperar por la jurisprudencia de todas las sentencias, por lo que no deja de ser una treta para prolongar el pillaje.

Que Marruecos, como sistema feudal donde sólo impera la ley y el orden al gusto del Majzen, utilice trampas para saltar la ley y la legalidad, entra dentro de lo normal, pero que lo hagan países como España y Francia, con tradición democrática y donde presumiblemente la justicia es un órgano independiente, no deja de ser algo inusual y sorprendente, que coloca a ambos países a la altura de dictaduras como Marruecos.

Como colofón de esta sentencia, Marruecos, con la inestimable ayuda y asesoramiento de Francia y España,  debería de una vez por todas, llegar a conclusiones reales, objetivas y legales. No puede seguir ignorando que jamás conseguirá legalizar su ocupación del Sahara Occidental sin el consentimiento y la aprobación del pueblo Saharaui, a través de una autentificación y garantía internacional. Nada ni nadie hará que el Sahara Occidental sea Marroquí, si no es a través de una descolonización avalada por el derecho internacional y las cartas de la Naciones Unidas y la Unión Africana.   Todo lo demás; reconocimiento de Trump, consulados comprados a países pobres, vetos en el Consejo de seguridad, elecciones sintéticas en la parte Ocupada, metamorfosis del lenguaje y de la legalidad, modificación de las terminologías en los informes y resoluciones de la ONU, inversiones, muros, ejércitos, brechas ilegales, explotación indiscriminada de los recursos del territorio, trafico de todo tipo, violación sistemática de los derechos humanos y el intento de marroquinizar el Sahara y los Saharauis. Son sólo trampas y triquiñuelas para pasar etapas, pero nunca concretará el objetivo de convertir el Sahara en parte legal de Marruecos.             

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