¿Puede el conflicto Saharaui tener una solución pacífica? Por Mah Iahdih Nan
Obviando la justicia, el derecho y la legalidad internacionales que son las principales armas con las que cuenta el pueblo Saharaui y sorteando la Realpolitik, los intereses, los chanchullos y las corruptelas que son los instrumentos con los que cuenta el régimen Marroquí. ¿Puede el conflicto Saharaui tener alguna solución pacífica? .
A priori parece una tarea imposible, este conflicto lleva más de 60 años en la agenda de las Naciones Unidas y 30 años en un plan de paz empantanado, en el que la Comunidad internacional se ha enfrascada a medio gas, sin conseguir prosperar un metro hacia su resolución.
Las dos opciones que se han barajado en los últimos años; la ilegal propuesta Marroquí de la autonomía, una solución que no cumple con los protocolos y normas de las leyes internacionales de descolonización de los países y pueblos coloniales y que además se antoja inviable e irrealizable, en una autocracia feudal donde todos los poderes y las decisiones se concentran en la figura de un monarca, algo opuesto e incompatible con un proceso de cesión de poderes en un marco autonómico. La otra propuesta, apadrinada por la comunidad internacional, (ONU/UA) que es la celebración de un referéndum de autodeterminación, que además de ajustarse a las leyes y normas internacionales es la única que en su día contó con la aceptación de las dos partes en disputa. Sin embargo, a pesar de todos estos ingredientes favorables para su ejecución, Marruecos y su gran valedor en el Consejo de seguridad, Francia, se han encargado de socavar, debilitar y hasta casi matar la única opción con posibilidades de finiquitar de forma definitiva este largo conflicto. Porque tanto Francia como Marruecos e incluso sus valedoras las monarquías feudales del Golfo, saben perfectamente que cualquier solución que no la avale la libre voluntad y el sentir del pueblo Saharaui será papel mojado y sólo contribuirá a agudizar y eternizar el conflicto, situación que no interesa ni a Francia, ni a Marruecos, ni al pueblo Saharaui ni tampoco a la zona del norte de África.
Esta situación ha provocado que en todo los entornos tanto oficiales, no oficiales o mediáticos se vea al conflicto como algo irresoluble, lo que ha generado una opinión mayoritaria impuesta por la política de los hechos consumados, a través de lobbys, corruptelas y compra de voluntades, cuya función es imponer la idea de que hay que saltarse la legalidad y el derecho y aceptar el pragmatismo de la Realpolitik, por muy injusto que este sea. Es decir un pueblo pequeño, aunque sus derechos sean sobradamente reconocidos y le asisten todas las leyes y normas internacionales, debe renunciar a su tierra, su identidad y su existencia, en aras de un supuesto pragmatismo para complacer las ansias expansionistas, los caprichos y la terquedad de un sistema anticuado y sin razón, cuyo único argumento y motivación, es tener de su lado a aliados muy influyentes y poderosos.
De aquí surge la pregunta del meollo de la cuestión: ¿puede tener actualmente alguna solución pacífica el conflicto saharaui? – siendo honestos, realistas, objetivos y teniendo en cuenta la intransigencia, testarudez e insensatez de la parte Marroquí, la respuesta es claramente NO. Lo que nos conduce a concluir que el régimen Marroquí no está preparado para aceptar una solución que se ajuste a la legalidad internacional y a la democrática, que respete la libre voluntad de los Saharauis, A esta sinrazón de la monarquía alauita, habrá que añadirle que el pueblo Saharaui no esta dispuesto a renunciar a sus legítimos derechos y además está dispuesto a luchar por ellos y arrebatarlos por cualquier vía.
Como colofón de estas posturas irreconciliables y a la vista del poco margen de maniobra que queda para encontrar salidas a este atolladero, Los Saharauis a raíz de la enésima agresión del régimen Marroquí, han reanudado el único recurso que les queda que es la guerra. Se sabe que a través de la guerra la solución se prolongará mucho tiempo, la victoria aplastante de una de las partes sobre la otra es algo totalmente descartable. Ni Marruecos con su poderío armamentístico, propiciado por sus aliados, jamás será capaz de eliminar la resistencia Saharaui, mientras exista un solo Saharaui, no tendrá ningún respiro, por lo que tendrá que asumir los costes de una larga, molesta, persistente y agotadora lucha, para la que en su vertiente socioeconómica no está preparado. Lamentablemente, la ofuscación y cerrazón del Majzen ha provocado la dilatación del conflicto y la prolongación del sufrimiento y las penurias tanto de los marroquíes como de los Saharauis, además del altísimo coste de vidas humanas que la guerra conlleva implícita.
Marruecos, un país privilegiado por su situación geográfica y las ilimitadas ayudas que recibe de Occidente y que desgraciadamente no se han utilizado, ni han servido para mejorar el bienestar del maltratado pueblo Marroquí, condenado a la migración o a resignarse a vivir en la miseria. Todas las ayudas que Marruecos recibe de los países Occidentales y los que expolia ilegalmente del Territorio Saharaui se utilizan en Lobbys, corruptelas, compra de voluntades y desenfrenados gastos militares. Marruecos se ha lanzado a una larguísima carrera propagandística para perpetuar su ocupación del Sahara y esta se ha convertido en la causa de la gangrena socioeconómica en la que viven los marroquíes.
Aunque aparentemente en las últimas semanas hay tímidos movimientos de mediación, por parte de países implicados en el conflicto. Las Naciones Unidas y las potencias mundiales que rigen el destino del mundo, siguen ensimismadas en sus conflictos internos pandémicos y no han calibrado la gravedad de la situación que se vive desde hace cuatro meses en el norte de África y específicamente en el territorio del Sahara Occidental. Entre la irresponsabilidad de líderes mundiales como Antonio Guterres, la pandemia y los juegos políticos y geoestratégicos se está pasando por alto la peligrosidad de una situación que puede desencadenar una coyuntura de inestabilidad permanente y gravísima, similar a la que se vive en Siria, Afganistán o Irak.
La conclusión no conduce automáticamente a deducir que la solución pacífica sólo llegará al Sahara, a través de la combinación de una guerra total en todos los frentes, mezclada con una efectiva, real y consistente mediación/presión de la llamada comunidad internacional. Estos son los elementos que pueden hacer que el régimen autocrático de Marruecos se avenga de forma honesta a una mesa de negociaciones y sobre todo a acatar las reglas y normas internacionales.
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