Marruecos insulta a las Naciones Unidas. Por Mah Iahdih Nan




A penas unos minutos después de aprobada la resolución del Consejo de seguridad sobre el Sahara Occidental, se presentó ante los periodistas el antidiplomacia por antonomasia, el Doberman del Rey  Mohamed VI, su  Embajador ante las Naciones Unidas Omar Hilala para insultar a las Naciones Unidas en su propia casa. . El Sr. Hilala sin ruborizarse y con su habitual insolencia y mala educación declaró; que no habrá negociaciones entre las partes sin la presencia de Argelia     

El Consejo de seguridad acababa de aprobar una vez más una de sus insulsas, insípidas, incoloras e inodoras resoluciones,  y si algo de utilidad tenia dicha resolución es el llamamiento a las dos partes a un proceso de negociación sin condiciones previas, a lo que respondió inmediatamente Hilala poniendo sus condiciones para negociar. No es nada nuevo, que Marruecos a través de su Doberman se mofa de las decisiones del organismo internacional en su propia cara, la novedad del descaro, es que lo anuncia a penas unos minutos después de aprobada la resolución y en la misma sede del organismo.

Prácticamente al mismo tiempo, el camorrista Nacer Buorita, comparecía ante  la prensa, con una inusitada ansiedad por cantar victoria, impulsado por las infinitas meteduras de pata del último año y medio, que provocaron que desde dentro de las herméticas  y oscuras estructuras del majzen, fuera cuestionado en múltiples ocasiones. En realidad, más allá de las bravuconadas triunfales de Bourita, la resolución no ha aportado nada nuevo, es una copia calcada de la resolución del año pasado. Lo que ha sorprendido a todos los especialistas, de cómo un organismo de esta envergadura se dedica todos los años a realizar resoluciones a base de copia y pega.

Tanto el liante Bourita como el Doberman Hilala, después de tantos fracasos encajados como consecuencia de su agresiva política basada en la mezcla del victimismo y el chantaje  a los fuertes y las dádivas a los débiles, sumada a su necesidad de aportar a su amo piezas de caza mayor, para conservar sus puestos, les ha llevado a convertir una resolución vacua y con un lenguaje indefinido e impreciso, en un éxito de dimensiones siderales. 

La disimulada frustración y angustia que exhibieron Ambos “diplomáticos” en sus comparecencias, quedó al descubierto cuando entraron en detalles y explicaciones no habituales para el consumo propagandístico interno. El cambio de discurso del MAJZEN es el resultado de su impotencia de querer comer la pieza antes de cazarla. La negativa de la Comunidad internacional  por unanimidad, (salvo pequeños estados fallidos de África y las monarquías feudales del golfo) a reconocer la falacia de su soberanía sobre el Sahara Occidental ha constituido un shock traumático que ha dejado al descubierto 50 años de políticas cargadas de  tropelías, trampas, manipulaciones y tergiversaciones. El Majzen ha pasado de no dar ninguna explicación que no pase porque que el Sahara es marroquí, a esforzarse en ruedas de prensa forzadas a aclarar aspectos que a priori son tabues en la política marroquí como: quien es el culpable de la violación del alto el fuego, o con quien deben o no entablar negociaciones, o  la cuestión crucial de La protección de los derechos humanos o cuestiones relativas a la soberanía que ponen en entredicho todas sus actuaciones y decisiones políticas en relación con el territorio que ocupan ilegalmente desde el año 1975.

Por otro lado, la intervención oral, en la sesión final de todos los miembros del Consejo de seguridad a excepción de Francia y Estados Unidos, en la que todos denunciaron las anomalías y sobre todo la falta de aceptación de las recomendaciones y aportaciones de los demás países miembros, ha dejado patente que la  aprobación de una resolución neutra, blanda y nada objetiva con la situación que atraviesa el conflicto. Se hizo a cambio de la aceptación tardía del Régimen Marroquí, del Representante Especial del Secretario General de la ONU para el Sahara Occidental  Stafan de Mistura.

Así es como el régimen feudal marroquí, con su táctica dilatoria, atraviesa etapas cortas, que a la vez alargan la solución del conflicto, contribuyendo a implantar la política de los hechos consumados. Intercambia concesiones y favores con las potencias mundiales, que a la postre le sirven para maquillar su imagen como un estado que no viola la legalidad y la justicia internacionales.                        


 


 


 


 


 

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